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martes, 2 de agosto de 2011

Las misteriosas ruinas submarinas de Yonaguni...

  • La isla de Yonaguni pertenece al archipiélago japonés de Ryu Kyu. Bajo las aguas que la rodean se descubrieron en 1986 lo que algunos dicen que son las ruinas de una antigua civilización y otros creen que se trata solamente de formaciones naturales. 
  • Es un caso similar al más reciente de la pirámide bosnia....
  • Masaaki Kimura es un geólogo marino de la Universidad de Ryu Kyu que ha estudiado el sitio durante los últimos 15 años. 
  • Él opina que las piedras submarinas son los restos de una ciudad de hace 5.000 años.
  • Se basa en la datación de las estalactitas halladas en cavernas que se hundieron al mismo tiempo que la supuesta ciudad.
  • Afirma haber identificado marcas y signos grabados en la piedra y rocas esculpidas con formas de animales. 
  • Asimismo ha identificado diez estructuras en Yonaguni y cinco estructuras similares más en la isla principal de Okinawa.
  • En total las ruinas cubren un área que abarca 300 por 150 metros.
  • Las estructuras incluyen las ruinas de un castillo, de un arco triunfal, cinco templos y por lo menos un gran estadio, conectadas por caminos y canales de agua y protegidas parcialmente por lo que podrían ser enormes muros. 
  • La estructura más grande es una pirámide monolítica, que se alza hasta una profundidad de 25 metros.
  • La ciudad se hundió hace 2.000 años, en uno de los grandes sismos que azotan esta parte del Océano Pacífico.
  • De hecho, el 4 de mayo de 1998, una parte de la isla y de las ruinas fueron destruidas por un terremoto submarino.
  • Pero no todo el mundo opina como Kimura. Robert Schoch, profesor de ciencia y matemáticas de la Universidad de Boston, está convencido que ninguna de las estructuras de piedra es obra de la mano del hombre.
  • Según él se trata de formaciones geológicas suficientemente conocidas y propias de una zona con importante actividad sísmica.



  • Como es costumbre, no faltan tampoco quienes niegan esta versión oficial, y aseguran que Yonaguni, junto con otros muchos más vestigios submarinos localizados en las inmediaciones, no son más que la punta del iceberg de una antiquísima civilización desaparecida hace muchos miles de años. 
  • Para ello se basan en hechos tan significativos como el descubrimiento realizado en 1.996 en las proximidades de la isla de Okinawa, cerca de la ciudad costera de Naha, donde a unos doce metros de profundidad fueron localizadas una larga pared y una gran plataforma pétrea, formadas por una gran cantidad de bloques cortados y tallados, estando perfectamente  unidos entre sí, y a los que los mismos geólogos e historiadores que niegan la naturaleza artificial de Yonaguni, han sido incapaces hasta el momento de dar una explicación lógica.
  • Del mismo modo, y así por el momento ocurre igual a otros siete emplazamientos submarinos más dispersos frente a las costas de Okinawa y varias islas más del archipiélago Ryikui en Japón.
  • Pero todo este conjunto de “ruinas submarinas” que salpican los alrededores de las islas japonesas del Mar de la China no han logrado eclipsar en su conjunto el misterio suscitado por las estructuras de Yonaguni.
  • Después de su descubrimiento, en mayo de 1.998, un fuerte terremoto afectó a toda el área de esta pequeña isla japonesa de apenas diez kilómetros de larga y unos cuatro de ancha.
  • Ante la sorpresa de muchos estudiosos, nuevas formas y estructuras que hasta el momento habían pasado desapercibidas junto a las ya existentes hicieron acto de presencia, haciendo recordar inmediatamente a quienes pudieron presenciarlas la enorme semejanza a las antiguas construcciones mesopotámicas conocidas con el nombre de zigurats, y también a otras estructuras piramidales similares a las que se pueden encontrar  en Egipto, Perú y México.
  • El “monumento de Yonaguni”, que es como lo denominan en Japón, tiene en la actualidad unos cincuenta metros de largo en dirección Este-Oeste por unos veinte metros de ancho en dirección Norte-Sur.
  • Apenas cinco metros de distancia separan la superficie del mar de la cúspide del “monumento”, teniendo que descender hasta los veinticinco metros para alcanzar su base. 
  • La cara Sur es la más llamativa y la que más llama la atención de sus visitantes, al estar formada por numerosas terrazas escalonadas que le confieren  su polémico aspecto artificial.
  • Y son precisamente aquellos que defienden la artificialidad del “monumento” quienes aseguran sin ningún tipo de complejos que, cuando fue realizado éste, se encontraba la totalidad del conjunto rocoso en la superficie, por lo que habría que remontarse al Pleistoceno, época en la que el nivel de mares y océanos era inferior al de la actualidad, para de esa forma lograr encuadrar el tallado y construcción ya no solo del “monumento de Yonaguni”, sino del resto de los vestigios localizados hasta el momento a escasa distancia de la costa en otras islas en la misma área geográfica. 
  • Hablamos pues de una antigüedad que rondaría los 10.000 años, que es cuando el “monumento de Yonaguni” según siempre los más aceptados estudios geológicos, pudo haber estado situado sobre el nivel del mar, mucho antes del fin de la última Gran Glaciación o fin de la Edad del Hielo.
  • Para no pocos investigadores, tachados habitualmente de estrafalarios, la presencia de estas y otras estructuras submarinas, es una confirmación más de la existencia de antiguas civilizaciones perdidas como lo fueron la Atlántida o Mu, que fueron a su vez las impulsoras de las primeras grandes civilizaciones conocidas por el hombre moderno, como lo serían la egipcia, la sumeria o la del Valle del Indo.
  • Es precisamente entre los años 9.600 – 9.500 a. C. que Platón situó cronológicamente el cataclismo que hizo desaparecer a la mítica civilización de la Atlántida, aunque geográficamente parece quedar más que claro que su ubicación quedó fijada en el Océano Atlántico, muy lejos del “monumento de Yonaguni”,  sí que podríamos relacionarlo en otras áreas de influencia de otras no menos míticas civilizaciones perdidas, como así lo mantienen numerosas leyendas que nos hablan de las desaparecidas Mu o Lemuria, de gran tradición entre numerosos pueblos tanto del Océano Indico como del Pacífico.













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