“Hay otros mundos y están en este”, no recuerdo de quién es la frase, pero bien se le puede aplicar a este lugar tan especial, las “Minas de Mazarrón”.
Aquí la tierra es amarilla y el agua roja, hay castillos diminutos y palmeras flotantes, pozos profundos y arquitecturas olvidadas entre retorcidos y oxidados vestigios de la minería del hierro, el cinc, plomo, plata y almagra. Os invito a un paseo virtual por uno de los paisajes más extraños que he visitado (varias veces) nunca. Bienvenidos a este singular rincón, un placer para los sentidos y toda una inspiración para los apasionados por la fotografía. Os aconsejo pinchar sobre las fotografías para verlas en su tamaño.
A las afueras del casco urbano de Mazarrón, por su entrada norte, se encuentra el acceso al Cerro de S. Cristobal (antiguo cono volcánico) donde están ubicadas estas minas abandonadas. Os aconsejo ropa cómoda y “sufrida” pues seguramente acabaréis con abundantes manchas de almagra y óxido si como en mi caso, os veis atrapados en el éxtasis fotográfico y nos os importa coger un buen ángulo a consta de tiraros al suelo o introduciros por angostos recovecos.
Hay un pequeño aparcamiento junto a la carretera, y si tenéis un vehículo más especializado en el campo podéis subir un poco más arriba. Yo os aconsejo la primera opción, te vas introduciendo en el paisaje poco a poco, dejando atrás el “planeta Tierra” y entrando en otro mundo apasionante y desconocido.
Los días anteriores había llovido algo, por lo que era un momento ideal para adentrarse en este paisaje redibujado por el agua.
Poco a poco nos vamos adentrando en su extraña orografía, no es raro encontrase algún otro fotógrafo por la zona. Hay que reseñar que enMazarrón se celebra cada año uno de los encuentros fotográficos más destacados como es Fotogenio, al que tuve la oportunidad de asistir en su última convocatoria y cuya próxima edición será esta vez en los primeros meses de 2012.
Paulatinamente va cambiando el paisaje y los tonos de colores ferruginosos comienzan a sorprender al visitante. Os aconsejo las primeras horas del día y el atardecer (parece una obviedad) para sacar el máximo provecho a las tomas.
Nos adentramos en dirección a la primera laguna de decantación.
Unas obras recientes han degradado un poco la zona, pero la lluvia pasada había dejado un nuevo escenario. Os dejo a continuación con una secuencia de imágenes que hablan por si mismas de las posibilidades plásticas de este entorno fotográfico.
A continuación un grupo de tres fotografías que he titulado “Hematomina”, para aquellos que conozcáis algo de fotografía, juro por el maestro Cartier-Bresson que no les he subido la saturación, es color real.
Cerca de ese lugar hay uno de los numerosos pozos que salpican toda la zona.
Este es uno de los pequeños, hay algunos enormes donde se escucha un murmullo inquietante, al asomarte te ves sorprendido por bandadas de palomas que salen de su interior. La grajas también abundan, pero a estas las oyes de lejos mientras van a posarse en las torres de extracción.
Después me dirigí a uno de mis lugares favoritos de las Minas, la zona que yo denomino “castillitos”, donde la erosión crea auténticos cañones en miniatura, cadenas montañosas a escala, paisajes lunares, casi como fotografías aéreas del planeta rojo.
Estas dos últimas si están saturadas “ex profeso”, supongo que con un buen equipo las posibilidades aumentarían, pero de momento, mientras la 5d no llega, yo sigo aprendiendo.
Vamos ahora a otro lugar especial donde habita una palmera sumergida… Esta es una panorámica general de la zona.
Y la casa de la palmera sumergida
Una mirada atrás para contemplar el conjunto.
Un detalle de la erosión del agua en estos sedimentos.
Sigo mi camino, esta vez en dirección a uno de los enclaves principales de la mina, al menos uno de los más visitados, la laguna grande de decantación y sus aguas irisadas.
Curiosamente estaba semivacía, en ocasiones la he visto a rebosar, pero esta vez la acción del agua había creado una formación parecida a un delta donde confluían las pequeños torrenteras.
Justo al borde los depósitos sedimentarios se acumulan formando el dique de contención de los lodos, no hay mucho peligro, pues la laguna no es profunda.
Se acerca la hora del regreso, subí por la ladera izquierda de la laguna hacia el lugar de donde había partido anteriormente, antes, una vez más, (empieza a ser una constante sin solución) me volvía a cruzar con una serpiente, una culebra bastarda bastante grande. Como en ocasiones anteriores no me dio tiempo a sacarle ni una sola foto y como única prueba del momento me ha quedado esta curiosa textura formada mientras perseguía al ofidio antes de adentrarse en un matorral.
Desde arriba hice algunas otras fotos
Se acercaba la hora de comer, el “Chacho Juan” acababa de llamar y antes teníamos que ir a dar de comer al gato de su hermano. Últimas fotos y andando para abajo.
Como dijo aquél: ¡Volveré! y espero que esta vez sea con un nuevo y buen equipo para apurar un poco más si cabe este pintoresco espacio para la imaginación. Las nubes de la tarde me recordaron el paseo de la mañana, una explosión de colores rojos, pardos y dorados sin duda junto con el negro hollín, los colores de la Mina.
Una tarde para pasar al lado de una chimenea con boina.
Gran belleza de color, y una envoltura mágica increíble...
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